Cuando me hablaron de despedidas Salou, tuve dudas respecto a la decisión de hacer esta celebración lejos de mi ciudad, porque eso implicaba que debía coordinar el viaje de los amigos y familiares que quería invitar. Afortunadamente, me animé y disfruté una de las mejores fiestas de mi vida.
Cuando digo que mi despedida de soltera fue de las mejores cosas que he vivido, no estoy exagerando. La verdad es los detalles de la celebración: logística, decoración, entretención, menú, bebida y absolutamente todo, estuvo en manos de profesionales con larga experiencia.
El equipo de logística que me acompañó durante mi despedida en Salou se esforzó por cumplir con cada una de mis exigencias y con las de mi novio –que no fueron pocas-. En el momento en que creían que nuestras ideas no eran las mejores, ellos ofrecían un plan mejor y nos explicaban cómo se desarrollaría toda la jornada.
Respecto a lo más difícil, puedo decir con seguridad que fue un inmenso reto lograr que todos nuestros invitados pudieran viajar a Salou el mismo día. Pero como nada es imposible, cada uno de ellos se mostró dispuesto a colaborar para que juntos pasáramos un excelente fin de semana y así fue.
El plan perfecto
En nuestro caso, creímos que debíamos hacer que el viaje de todos mereciera la pena, así que planificamos actividades durante un fin de semana completo. Participamos en gynkanas, formamos grupos para disfrutar un poco de humor amarillo, paseamos en barco, los hombres compitieron en circuitos de karting, mientras que las mujeres nos relajamos en un spa.
Las fiestas nocturnas son para dejar sin aliento hasta al joven con más energía, porque la diversión no se detiene. No importa si la celebración es al estilo Las Vegas o en la playa, la satisfacción de los novios y los invitados está completamente garantizada. Adicionala la despedida de solteros, es una excelente oportunidad para conocer personas de otros lugares.
La experiencia fue fantástica y hoy me alegra haber tenido esa aventura junto a las personas que quiero, con quienes también comparto el recuerdo de una fiesta que en definitiva no tiene comparación.